La violencia ha vuelto a golpear con fuerza el suroeste de Colombia este martes 10 de junio de 2025. Una serie de ataques coordinados en los departamentos de Cauca y Valle del Cauca ha dejado un saldo trágico de al menos tres personas fallecidas, entre ellas dos policÃas y un civil. Estos atentados, atribuidos a disidencias de las antiguas FARC, han sembrado el terror en varias localidades y reflejan la compleja situación de seguridad que atraviesa el paÃs sudamericano.
Ola de violencia sacude el suroeste colombiano
Las autoridades colombianas han confirmado que los departamentos de Cauca y Valle del Cauca fueron escenario de dieciséis ataques armados simultáneos durante la jornada del martes. Estas acciones violentas incluyeron explosiones de coches bomba, detonaciones mediante drones y asaltos directos contra estaciones policiales y edificios municipales.
En Cali, tercera ciudad más importante de Colombia, un agente de policÃa perdió la vida tras uno de estos atentados. La violencia también se extendió a otras localidades cercanas como JamundÃ, Corinto, Buenaventura (principal puerto colombiano sobre el PacÃfico) y El Bordo, dejando importantes daños materiales y sembrando el pánico entre la población civil.
Según ha declarado Carlos Fernando Triana, jefe de la PolicÃa Nacional, a la emisora local “La FM”, estos ataques han sido calificados como “demenciales” y podrÃan estar relacionados con la conmemoración de la muerte de un excomandante guerrillero conocido con el alias de “Mayimbu”, fallecido en 2022.
Los reporteros presentes en Corinto pudieron documentar los graves daños causados por la explosión de un coche bomba, que afectó seriamente las calles y edificios de los alrededores. Colombia ha sufrido otros atentados explosivos recientes que han dejado numerosos heridos, incluidos menores de edad, mostrando un preocupante patrón de violencia que parece intensificarse.
Disidencias de las FARC tras los atentados coordinados
Las investigaciones preliminares apuntan a que estos ataques fueron perpetrados por el Estado Mayor Central (EMC), una facción disidente de las antiguas FARC que no se acogió al acuerdo de paz firmado en 2016. Esta organización, liderada por alias “Iván Mordisco”, controla extensas zonas de cultivo de coca en los departamentos afectados, asà como en la región amazónica colombiana.
En las últimas semanas han circulado rumores sobre el estado de salud de Iván Mordisco, quien presuntamente habrÃa resultado herido durante una operación militar. Incluso se ha especulado sobre su posible detención, lo que podrÃa estar relacionado con esta oleada de violencia como muestra de fuerza por parte de la organización criminal.
El actual gobierno de Gustavo Petro, que inicialmente habÃa establecido diálogos de paz con diversos grupos armados que operan en Colombia, rompió las negociaciones con la organización de Mordisco en abril de 2024, después de que este abandonara la mesa de diálogo. El presidente colombiano ha llegado a comparar a Iván Mordisco con el tristemente célebre Pablo Escobar, el difunto barón de la cocaÃna (1949-1993).
Los grupos disidentes mantienen una fuerte presencia en Colombia, que sigue siendo el principal productor mundial de cocaÃna. Sus actividades incluyen:
- Control territorial de zonas estratégicas
- Extorsión a comerciantes y agricultores
- Tráfico de drogas y armas
- Reclutamiento forzoso, incluyendo menores
- Ataques coordinados contra fuerzas de seguridad
Impacto en las comunidades locales
Estas acciones violentas tienen un profundo impacto en las comunidades locales, que se ven atrapadas entre el fuego cruzado de los diferentes actores armados. La vida cotidiana se ve alterada por las restricciones de movilidad, los toques de queda y el miedo constante.
Departamento | Localidades afectadas | Tipo de ataque |
---|---|---|
Valle del Cauca | Cali, JamundÃ, Buenaventura | Explosiones, ataques armados |
Cauca | Corinto, El Bordo | Coche bomba, drones explosivos |
Contexto de violencia polÃtica en Colombia
Los ataques en el suroeste colombiano se producen apenas tres dÃas después de un grave incidente en la capital del paÃs. El pasado 7 de junio, el senador derechista Miguel Uribe, de 39 años y aspirante presidencial, fue vÃctima de un intento de asesinato en Bogotá, recibiendo dos disparos en la cabeza.
Según el último parte médico, Uribe permanece en estado “estable pero crÃtico” en la unidad de cuidados intensivos. Su esposa, MarÃa Claudia Tarazona, ha declarado que “Miguel es un guerrero. Continúa luchando por vivir”, agradeciendo las muestras de apoyo de los colombianos que le dan “la fuerza para afrontar los dÃas más difÃciles y oscuros”.
El presunto autor del atentado contra el senador, un adolescente de 15 años, fue capturado tras ser herido por los guardaespaldas de Uribe mientras intentaba huir. El joven ha sido acusado de “intento de homicidio” y “porte y fabricación de arma de fuego”, aunque se declara inocente de los cargos que se le imputan.
Las autoridades investigan la posible conexión entre ambos sucesos violentos. Según declaraciones del presidente Petro, existen “indicios muy fuertes que apuntan hacia altos dirigentes de la oposición” y del gobierno, sugiriendo la implicación de una “mafia de carácter internacional” como posible autora intelectual del intento de asesinato contra su oponente polÃtico.
Miles de colombianos han salido a las calles de las principales ciudades del paÃs para encender velas, rezar y expresar su indignación por el atentado contra el senador Uribe, en un momento en que la polarización polÃtica alcanza niveles preocupantes en el paÃs sudamericano.
DesafÃos para la pacificación del paÃs
Estos nuevos brotes de violencia representan un grave retroceso para los esfuerzos de pacificación en Colombia. El gobierno de Gustavo Petro, que habÃa apostado por una estrategia de diálogo con los diferentes grupos armados, enfrenta ahora el desafÃo de contener esta escalada violenta mientras mantiene su compromiso con una solución negociada al conflicto.
La presencia de grupos disidentes en zonas ricas en cultivos de coca complica enormemente la situación. Las autoridades deberán reforzar tanto su estrategia de seguridad como las polÃticas de desarrollo alternativo para ofrecer opciones viables a las comunidades atrapadas en el ciclo de la violencia y la economÃa ilÃcita.
El recrudecimiento de los ataques también pone de manifiesto la fragilidad del proceso de paz firmado en 2016 y la dificultad de desmantelar completamente las estructuras criminales que durante décadas han operado en el paÃs. Los próximos meses serán cruciales para determinar si Colombia puede retomar la senda de la pacificación o si, por el contrario, se enfrenta a un nuevo ciclo de violencia generalizada.
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