En la actualidad, Bogotá está experimentando una transformación significativa en su sistema de movilidad urbana. Con 1,2 millones de viajes diarios en bicicleta, la capital colombiana se ha consolidado como la ciudad más ciclista de América. Esta revolución sostenible se ha intensificado en los últimos tres años con la incorporación de bicicletas eléctricas que ofrecen una alternativa ecológica y eficiente para los repartidores, muchos de ellos migrantes venezolanos.
La revolución de las bicis eléctricas en la capital colombiana
Las calles bogotanas presentan un panorama cambiante donde centenares de bicicletas con motor eléctrico permiten a sus usuarios recorrer más de 100 kilómetros diarios sin esfuerzo excesivo. Esta tecnología ha transformado la vida laboral de miles de mensajeros que antes dependían de bicicletas convencionales o ciclomotores contaminantes.
James Downer, fundador de Guajira, empresa fabricante de estas bicicletas, considera que Bogotá ofrece condiciones ideales para este proyecto. “En Bogotá, se pedalea diez veces más que en Ámsterdam. La infraestructura, la cultura ciclista y las características geográficas de la ciudad ayudan mucho”, afirma este emprendedor nacido en Nueva York.
El impacto de estas bicicletas se refleja en diversos aspectos:
- Mejora de ingresos para los repartidores (hasta un 50% más)
- Reducción de emisiones contaminantes
- Disminución de la congestión vehicular
- Menor contaminación acústica comparada con los ciclomotores
- Mayor eficiencia en los tiempos de entrega
Los problemas de movilidad en Bogotá también se ven afectados por factores externos como las condiciones climáticas. Las intensas lluvias ocasionan frecuentemente cierres preventivos por caída de árboles y material en las vías principales, lo que hace aún más valiosas las alternativas de transporte flexibles como las bicicletas eléctricas.
Inclusión financiera e innovación para migrantes
Uno de los aspectos más revolucionarios del proyecto Guajira es su enfoque integral. Downer no solo creó una fábrica de bicicletas sino también Roda, una empresa que proporciona servicios financieros accesibles para migrantes, quienes habitualmente enfrentan barreras en el sistema bancario tradicional.
El precio de una bicicleta eléctrica es de 5,7 millones de pesos colombianos (aproximadamente 1.375 dólares), pero lo innovador está en el sistema de financiamiento: más del 30% de los mensajeros obtienen aprobación crediticia y pueden pagar en cuotas semanales de 90.000 pesos (22 dólares) durante un año.
Los resultados desafían los prejuicios sobre los migrantes como sujetos de crédito. La tasa de morosidad entre los clientes de Roda y Guajira es apenas del 4%, mientras que el sector de microcréditos en la banca colombiana registra un 8,5%.
La combinación de ingeniería y finanzas ha permitido crear un modelo de negocio único que Downer describe como “casi una locura” debido a los múltiples desafíos que enfrenta simultáneamente. Sin embargo, el impacto social es notable: “En tres años hemos llegado a más de 4.000 personas, entre beneficiarios y sus familias”.
| Comparativa | Bicicleta eléctrica | Ciclomotor | Bicicleta convencional |
|---|---|---|---|
| Costo operativo diario | Bajo (recarga eléctrica) | Alto (gasolina, aceite) | Nulo |
| Mantenimiento | Medio | Alto y frecuente | Bajo |
| Contaminación | Mínima | Alta | Nula |
| Eficiencia laboral | Alta | Media | Baja |
Fabricación local y generación de empleo
El desarrollo de Guajira ha sido posible gracias a la colaboración de ingenieros venezolanos como Pedro Granados, quien aportó su experiencia como bicimensajero para diseñar un vehículo adaptado a las necesidades reales. La bicicleta incluye características esenciales como autonomía para 100 kilómetros diarios, frenos confiables y un sistema de rastreo antirrobo.
Si bien algunos componentes como el motor eléctrico, la transmisión y los frenos son importados de China, elementos clave como la batería, las ruedas y el marco de acero se fabrican en Colombia, generando empleo local. La empresa cuenta actualmente con 35 empleados, de los cuales 20 son migrantes venezolanos.
La producción diaria oscila entre tres y cuatro bicicletas, acercándose a las primeras 500 unidades fabricadas. Sin embargo, el potencial de crecimiento es enorme considerando que hay aproximadamente 100.000 ciclomotores en toda Colombia.
El futuro de la movilidad sostenible en Latinoamérica
La visión de Downer va mucho más allá de Bogotá. Su meta es producir diez millones de vehículos eléctricos durante la próxima década para impulsar la transición energética en toda Latinoamérica. “La población migrante en Colombia nos abrió los ojos a la necesidad y las oportunidades que hay en la movilidad eléctrica en la región”, explica.
Para trabajadoras como Idalmis Montoya, venezolana de 36 años y madre de tres hijos, la bicicleta eléctrica ha significado un cambio radical. No solo ha eliminado gastos en combustible y reparaciones, sino que también le ha permitido aumentar sus ingresos en un 50% comparado con su anterior bicicleta tradicional.
El impacto positivo se extiende también a la seguridad vial. Según el Instituto Nacional de Medicina Legal, en 2023 se registraron 1.200 accidentes con ciclomotores en Bogotá que dejaron 50 fallecidos. Las bicicletas eléctricas representan una alternativa más segura que cumple con normativas y puede estar cubierta por seguros.
El fenómeno ya se ha extendido a otras ciudades colombianas como Medellín y Cali, donde los mensajeros comparten sus experiencias y promueven esta revolución sostenible que transforma no solo la movilidad urbana sino también las vidas de quienes adoptan esta tecnología.
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