La política de “paz total” impulsada por Gustavo Petro desde su histórica llegada al poder en 2022 como primer presidente de izquierda en Colombia enfrenta hoy un balance contradictorio. Tras casi tres años de implementación, este ambicioso proyecto que buscaba negociar simultáneamente con todos los grupos armados del país muestra avances significativos en algunas regiones, pero también preocupantes retrocesos en otras zonas donde la violencia ha recrudecido considerablemente.
El ambicioso proyecto de paz total: entre expectativas y realidades
Cuando Gustavo Petro presentó su política de “paz total” en 2022, estableció un objetivo sin precedentes: negociar simultáneamente con todos los grupos armados y criminales que operan en Colombia. Esta estrategia representaba un enfoque radicalmente distinto a las políticas de seguridad implementadas por gobiernos anteriores, que habían oscilado entre la “guerra total” y la “paz con legalidad”.
La novedad fundamental de este planteamiento residía en su carácter inclusivo, abarcando no solo a guerrillas tradicionales como el ELN (Ejército de Liberación Nacional), sino también a disidentes de las FARC como el EMC (Estado Mayor Central), grupos paramilitares y organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico como “El Clan del Golfo”. En total, se iniciaron 11 procesos paralelos de negociación.
Sin embargo, según Adrián Restrepo Parra, reconocido analista del conflicto colombiano, el proyecto pecó de excesivamente ambicioso: “La pregunta clave era qué estrategia implementar para lograr esta paz total. El entonces canciller Álvaro Leyva lo comparó con ‘una pieza de jazz improvisada’. Efectivamente, fue sincero en su analogía, pero mientras en el jazz las improvisaciones pueden resultar en composiciones apreciables, en política estamos sufriendo las consecuencias de esta improvisación”.
Política de seguridad | Gobierno | Enfoque principal |
---|---|---|
Guerra total | Gobiernos anteriores | Confrontación militar |
Paz con legalidad | Gobierno Duque | Implementación selectiva del acuerdo de paz |
Paz total | Gobierno Petro | Negociación simultánea con todos los grupos armados |
La implementación de esta política ha estado marcada por importantes deficiencias estratégicas y organizativas. La falta de planificación adecuada y la ausencia de una hoja de ruta clara han impedido obtener los resultados esperados, generando frustración entre la población colombiana que depositó grandes esperanzas en este proyecto.
Logros concretos y fracasos evidentes en las negociaciones
A pesar de las dificultades, el proceso ha conseguido algunos avances dignos de mención. German Valencia Agudelo, profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia y coordinador del grupo de investigadores sobre el conflicto armado y la paz total, destaca: “Se han logrado progresos históricos, como la firma de 28 acuerdos parciales y varios protocolos de paz. Entre estos acuerdos parciales, cabe destacar el cese al fuego durante 360 días con el ELN”.
Estos periodos de tregua permitieron reducir temporalmente el impacto del conflicto armado en más de 200 municipios donde opera el ELN, evitando nuevas víctimas y desplazamientos forzados. No obstante, el fracaso del plan de paz en Colombia ha obligado a Petro a cambiar su estrategia ante los grupos armados, especialmente tras los violentos enfrentamientos en la región del Catatumbo.
La suspensión de las negociaciones con el ELN marca un punto de inflexión negativo para la política de paz total. Los recientes enfrentamientos han provocado:
- Cientos de víctimas civiles atrapadas en el fuego cruzado
- Decenas de miles de personas desplazadas de sus hogares
- Aumento significativo de la violencia en regiones como Antioquia y Chocó
- Crisis humanitaria en los departamentos de Cauca, Valle del Cauca y Nariño
- Pérdida de confianza en el proceso por parte de la población afectada
Esta escalada de violencia ha llevado a muchos colombianos a cuestionar no solo la efectividad del enfoque de Petro, sino su viabilidad misma. Los críticos de la paz total comienzan a referirse irónicamente a ella como “guerra total”, evidenciando la brecha entre las expectativas generadas y los resultados obtenidos hasta ahora.
Perspectivas futuras de la paz en Colombia
El futuro de la política de paz total dependerá en gran medida de su adopción como una política de Estado que trascienda al gobierno de Petro. Con la campaña presidencial de 2026 ya en el horizonte político, aumentan las voces que abogan por un retorno al uso de la fuerza como principal mecanismo para garantizar la seguridad.
El gobierno actual mantiene su preferencia por el diálogo, resistiéndose a adoptar medidas represivas sistemáticas. Sin embargo, la realidad del terreno ha obligado a Petro a modificar parcialmente su enfoque, desplegando más efectivos militares en regiones críticas para contener la amenaza del ELN y de los grupos disidentes de las FARC.
German Valencia Agudelo señala un problema fundamental de percepción: “Para la mayoría de los colombianos, la paz significa el desarme de los grupos armados. Por eso existe una crítica permanente a la paz total, porque no ha entregado los resultados esperados de desmovilización. Era una promesa muy valorada por la población, una apuesta importante que ha encontrado numerosos obstáculos”.
Entre los principales desafíos que enfrenta el proceso destacan:
- La fragmentación de los grupos armados, que dificulta negociaciones coherentes
- Los conflictos internos por el control de economías ilícitas como el narcotráfico
- La ausencia de voluntad real de paz por parte de algunos actores armados
- Las disputas territoriales entre grupos que buscan llenar los vacíos de poder
- La desconfianza creciente de la población hacia el proceso
El balance actual de la paz total en Colombia presenta claroscuros que reflejan la complejidad del conflicto. Mientras algunos avances parciales ofrecen motivos para un cauto optimismo, el recrudecimiento de la violencia en varias regiones socava la credibilidad del proyecto. La visión de una Colombia completamente pacificada sigue siendo un horizonte distante, aunque el camino recorrido contiene lecciones valiosas para futuros esfuerzos de construcción de paz.